Me hice una promesa
sobre esta mesa de sacrificios
la dispuse en tres ángulos
y luego el fuego la consumió
ahora está en mi pecho
tatuada con el verso inmortal
donde el memorial de mi carne vive
y las calles son mis cuadernos
y los muros el epicentro
testimonios directos
ángeles sedientos que no perdonan
y embrujan toda mirada que en ellos se posa
no habrá mejor designio
para quien se haga merecedor de lo divino
si todas las esquinas esperan
y de su sangre el verbo se manifieste.
Aquí y ahora la bondad se hace pequeña
cada vez que me ve pasar
me muestra sus dientes y gruñe territorial
toda su postura de niña bien cae a mis pies
el maquillaje se le desprende
y su semblante no es más que una calavera enferma
lleva llagas abiertas donde su dolor escuece
y aún así no me deja escribir lo que la musa dicta.
Lichazul © Elisa
13 comentarios:
Eso tienen las promesas...Se tatuan con dolor.
Besote guapa
Una vez identificado el obstáculo...
Abrazos Poeta!!!
Una promesa es una letra de cambio que giramos contra nuestro porvenir.
abrazos
Versos en sangre. Aunque no se plasmen, se sienten.
Besos
Duro sentir Elisa, besos.
esos muros que nos encierran, un grito del yo poético, eso escucho yo, y duele cuando el sentimiento cuesta parirlo.
besos
muchas gracias por dejarme sus hermosas huellas
abrazos
Y ahora después de leerte, ¿que te digo? genial tu imaginación y tu pluma.
besito
uf, las promesas, cuando vuelven a pedirnos cuenta... muy bonito poema, abrazos en este reencuentro!
Pues gran dilema entonces, "la promesa y la musa", ¿dónde elegir?, ¿o quizás mejor, ¿qué se debe hacer en un caso parecido...?
Un abrazo.
agradecida de cada una de sus palabras
abrazos
Vaya que si
en el dolor como digo es donde surgen las mejores palabras
que dan toda la fuerza a la vida misma!!
Ángeles, dónde están cuando se los necesita, musa donde te escapas de vez en cuando. Saludos.
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